Algo tienen los italianos con el diseño. Si juntas un lapicero, un tablero de dibujo y un creativo transalpino con un don para dibujar, a veces te sale un automóvil para la historia. En 2017, Fiat celebró el sexagésimo aniversario del 500 con una exhibición en el MoMA, el Museo de Arte Moderno de Manhattan. La verdad es que, si rodeas un 500 paseando despacio y observando el efecto estético que produce en el entorno, no se te ocurre nada que mejorar. Solo piensas que tienes delante algo distinto, hecho con cariño. Estoy refiriéndome siempre a la carrocería pequeña, la de cuatro plazas.
La capota recogida queda atrás, en pliegues amontonados por fuera del coche, con lo que no hace disminuir el espacio del habitáculo ni en un centímetro cúbico. Si es cierto que, al descapotarla del todo, queda por encima de la tapa del maletero. Si paramos en una gasolinera y recordamos que tenemos la cartera en el maletero, un botón recoge un poco la capota y abre este
El 500C (la C es de cabrio) que probamos hoy es un híbrido que puede consumir algo más de 5 litros cada cien kilómetros. Un automóvil diseñado claramente para la ciudad que pertenece a lo que podríamos llamar la gama clásica, es decir, el modelo que fue lanzado en 2008 y después ha sido actualizado. Una de las virtudes del coche es que nos permite tener un descapotable de verdad (no solo un coche con techo practicable) sin necesidad de ser ricos. Al menos, un coche al que se le pliega la mayor parte del techo simplemente manteniendo presionado un botón, aunque otra parte quede en pie y aunque no desaparezcan los pilares laterales. Otra virtud es la de la posibilidad de las personalizaciones: las variantes que podemos elegir a nuestro gusto son tantas que, probablemente, terminará siendo imposible que nos crucemos con un coche igual. El motor de 69 caballos no permite volar, pero un sabio dijo que debemos saber adaptarnos al coche que llevamos debajo para no exigirle imposibles. Igual resulta que el Fiat pequeño no está diseñado para ganar Grandes Premios, sino para saborear despacio una vida dulce sintiéndote diferente. Con las motos pasa igual: no le pides lo mismo a una superdeportiva Kawasaki Ninja H2R de 400 por hora que a una Harley Davidson. De hecho, Kawasaki advierte en su web que la H2R no es para uso público en carretera abierta.
El depósito de gasolina es de 35 litros, pero la autonomía puede rozar los 690 kilómetros si sabemos gestionar el coche y adaptarnos a su motor. Este alberga 999 centímetros cúbicos repartidos en tres cilindros y, lógicamente, presume de la etiqueta ECO de la Dirección General de Tráfico porque es híbrido
Medidas del 500 cuatro plazas: 3,57 metros de longitud, 1,62 de anchura y 1,48 de altura. Número de aristas: cero. El coche, como objeto de museo, es un festival de líneas curvas. Una curiosa prueba es estacionarlo junto a una acera larga, echar un vistazo detenidamente y comprobar que no hay otro auto que llame tanto la atención, ni siquiera si al lado hay aparcado uno mucho más caro. Todo esto, desde 10.950 euros, aunque conviene comprobar cuál es la última oferta. También están los 500 grandes de cinco plazas, como el 500 X, que es un SUV, o como el 500 L, que es algo parecido a un familiar. Casi me atrevo a decir que no tienen tanto encanto como el original pequeñito de cuatro, aunque también son coches en cuyo diseño se han puesto mucho mimo y mucha creatividad. Lo que tienes delante cuando te sientas en la plaza del conductor es un cuadro con relojes redondos que te recuerda que el coche es heredero de una dinastía clásica de 500, de una familia de otros tiempos. Hablamos de un auto para ciudad, pero ¿también de un capricho? Sí, innegablemente. Como decíamos, al descapotar se mantienen ahí los pilares de la carrocería y parte de la estructura del techado, pero para mí es claramente un descapotable, no un auto con techo practicable. Volviendo a la filosofía de exigirle a cada coche lo que puede dar, imaginen las noches de unas vacaciones estivales en la playa disfrutando este aparato. Pues bien: además, no hay otro automóvil equivalente con este precio.
Algo tienen los italianos con el diseño. Si juntas un lapicero, un tablero de dibujo y un creativo transalpino con un don para dibujar, a veces te sale un automóvil para la historia. En 2017, Fiat celebró el sexagésimo aniversario del 500 con una exhibición en el MoMA
La capota recogida queda atrás, en pliegues amontonados por fuera del coche, con lo que no hace disminuir el espacio del habitáculo ni en un centímetro cúbico. Si es cierto que, al descapotarla del todo, queda por encima de la tapa del maletero. Si paramos en una gasolinera y recordamos que tenemos la cartera en el maletero, un botón recoge un poco la capota y abre este. Ojalá todos tuviéramos la costumbre de dejar en ese lugar la cartera y, sobre todo, el teléfono móvil. Nos ahorraríamos la tentación de descolgarlo y, con eso, también ahorraríamos vidas. No hay mecanismo de ajuste en profundidad del volante, aunque la plaza sí es cómoda. Las dos traseras son más escuetas en espacio para las piernas, aunque su anchura es más que suficiente. Es decir: sí que caben bien dos adultos. La aceleración es modesta (casi 16 segundos para pasar de 0 a 100). Caja de cambios manual de 6 velocidades. El depósito de gasolina es de 35 litros, pero la autonomía puede rozar los 690 kilómetros si sabemos gestionar el coche y adaptarnos a su motor. Este alberga 999 centímetros cúbicos repartidos en tres cilindros y, lógicamente, presume de la etiqueta ECO de la Dirección General de Tráfico porque es híbrido. El motor eléctrico tiene una capacidad de 0,13 kW y desarrolla una potencia de 5 caballos. Vivan los pequeños, viva el poder aparcar en ciudad con tres metros 57 centímetros de longitud; viva la ilusión, que ya albergábamos de niños, de ir en un descapotable; y viva el olvidarnos de velocidades de vértigo para saborear a nuestro propio ritmo la dolce vita.
El 500C (la C es de cabrio) que probamos hoy es un híbrido que puede consumir algo más de 5 litros cada cien kilómetros. Un automóvil diseñado claramente para la ciudad que, entre otras, cuenta con la virtud de tener un descapotable de verdad (no solo un coche con techo practicable) sin necesidad de ser ricos
