Hoy en día, la seguridad, tanto la activa com la pasiva, son prioridades importantes por parte de fabricantes e instituciones, con el fin de evitar los accidentes y, sin no se puede, al menos, minimizar sus secuelas. Es por ello que, en la actualidad, cualquier coche moderno viene equipado con una gran cantidad de ayudas a la conducción, también conocidas como “ADAs“, pero el problema está en el hecho que muchos de los conductores desconocen realmente con que ayudas a la conducción está equipado su vehículo o, lo que es peor, como actúan, pero además, en España tenemos el problema del envejecimiento del parque automovilístico. Consciente de la implantación de todas estas ADAs, el RACE, por medio del Observatorio RACE de Conductores, ha llevado a cabo una encuesta entre más de 1.000 usuarios para saber el nivel de conocimiento que tienen los conductores sobre ellos. La primera conclusión es que menos de la mitad de los encuestados reconoce no saber cuáles son los Sistemas de Ayuda a la Conducción que, según la Ley, deben incorporar todos los vehículos que se comercializan en la actualidad y, un 34% de los encuestados responde que no sabe cuál es ese equipamiento legalmente exigido.
El mayor desafío al que consideran que se enfrenta los sistemas de conducción autónoma es, según el 40%, su adaptación a las infraestructuras, que requieren de importantes inversiones; mientras que un 21% lo centra en la legislación, para lo que reclaman un marco regulatorio claro y uniforme

Del informe también se desprende una penetración relativamente baja de estos sistemas en el parque móvil, lo que se explica en gran medida por la antigüedad de los vehículos. En este sentido, menos de la mitad de los vehículos de los encuestados (apenas un 40%) disponen de Sistemas de Ayuda a la Conducción de nivel 2 o superior. Sin embargo, un 74% de los encuestados reconoce estar familiarizado con estos sistemas e, incluso, un 50% sí que estaría dispuesto a pagar más por incorporar este tipo de sistemas, incluso más allá de los legalmente exigidos. En cualquier caso, los usuarios que así se manifiestan coinciden casi unánimemente (un 84%) en que la prioridad absoluta a la hora de incorporar esos sistemas debe ser la seguridad de los pasajeros y del resto de usuarios de la vía. La siguiente prioridad (con apenas un 5% de respuestas) sería la optimización del tráfico, seguida de una mayor comodidad y confort (4%), una mayor eficiencia en los consumos (4%) y la reducción de la contaminación (2%). Por último, y en relación con las tecnologías más avanzadas de conducción autónoma, parece que la percepción y confianza que generan estos sistemas entre los usuarios está dividida a partes iguales, reflejando el estudio que el mismo porcentaje de encuestados estaría totalmente dispuesto o muy dispuesto a conducir un coche autónomo (47%) frente a los que nunca lo harían o muy probablemente nunca lo harían (52%).
Menos de la mitad de los encuestados reconoce no saber cuáles son los Sistemas de Ayuda a la Conducción que, según la Ley, deben incorporar todos los vehículos que se comercializan en la actualidad y, un 34% de los encuestados responde que no sabe cuál es ese equipamiento legalmente exigido

Otra de las incorporaciones que se está implantado hoy en día a los vehículos, es la “conectividad“, no ya sólo con nuestro teléfono, sino también, con el entorno y, lo que es más importante, con el tráfico, mediante navegadores, que no sólo nos indican la ruta hacía nuestro punto de destino, indicando la situación en tiempo real del tráfico, lo que nos permite ir por rutas alternativaso, incluso, en el caso de los vehículos eléctricos, donde podemos recargar y con que porcentaje de batería llegaríamos. Esta conectividad, incluso permite que salgan al mercado “neumáticos inteligentes” los cuales, gracias a unos sensores integrados, recogen datos y los transmiten al vehículo para su procesamiento en tiempo real. El objetivo que se busca con esta conectividad no es otro que el de la conducción autónoma en sus distintos niveles, reduciendo así la posibilidad de accidentes debidos a factores humanos y, en caso de producirse, indicar la posición los servicios de asistencia. Todo esto ha dado paso al concepto de “coche conectado“ el cual, básicamente genera dos problemas: la protección de datos y la ciberseguridad.
Del informe también se desprende una penetración relativamente baja de estos sistemas en el parque móvil, lo que se explica en gran medida por la antigüedad de los vehículos. En este sentido, menos de la mitad de los vehículos de los encuestados (apenas un 40%) disponen de Sistemas de Ayuda a la Conducción de nivel 2 o superior

Según esta misma encuesta, el 78% de los encuestados consideran que mejoran la seguridad vial en las carreteras y valoran positivamente el acceso a información en tiempo real que dichas soluciones aportan acerca de la situación del tráfico, los incidentes y el estado de las carreteras, rutas alternativas, asistencia en carretera y, la proximidad de estaciones de servicio. Además de la mejora de la seguridad vial, el 76% considera que el principal beneficio que aportan estas soluciones de conectividad tiene que ver con la optimización del tráfico y la mejora de la gestión de la movilidad urbana. Sólo un 8% de los encuestados identifican como principal beneficio cuestiones relacionadas con una mayor eficiencia energética (ahorro de combustible y diminución de la contaminación). Sin embargo, el 65% de los encuestados desconfía de que la legislación actual proteja suficientemente, los derechos de los usuarios con relación a la utilización y protección de sus datos. Además, el mayor desafío al que consideran que se enfrenta los sistemas de conducción autónoma es, según el 40%, su adaptación a las infraestructuras, que requieren de importantes inversiones; mientras que un 21% lo centra en la legislación, para lo que reclaman un marco regulatorio claro y uniforme.