Paul Magès pensaba que todo era posible y que, simplemente bastaba con estudiar cómo hacerlo y así fue como este francés nacido en Aussois, en Saboya, el 9 de marzo de 1908, sin haber estudiado ingeniería alguna, es más, tuvo una educación modesta con sólo un diploma nacional (Brevet d’Etudes du Premier Cycle), un curso preparatorio para la Académie des Arts et Métiers en Marsella, acabó desarrollando la legendaria suspensión hidroneumática que distinguiría a la gama media y alta de Citroën hasta 2017. Con apenas 17 años, Magès entró en Citroën como diseñador, donde además de efectuar su trabajo con una rapidez y una precisión excepcionales, sugería constantemente nuevas ideas y soluciones como cuando, a finales de la década de 1920, propuso una reorganización completa del departamento “Gutenberg” (así llamado por el nombre de la calle que lo atravesaba) de la fábrica del Quai de Javel donde se fabricaban los motores. André Citroën en persona lo nombró jefe de la programación de ese sector, pero él fue más allá y reorganizó otros dos: la soldadura y la producción de los sistemas eléctricos, todo ello, con sólo 22 años.
La primera aplicación práctica de la suspensión hidroneumática que caracterizaría a las grandes berlinas de Citroën en los años sucesivos llegó en 1954 con el lanzamiento del Traction Avant 15 Six H, en cuya denominación la “H” significaba Hidroneumático
En 1934 se convirtió en el vice-responsable del delicadísimo departamento de transportes. Dos años más tarde reestructuró el departamento de reparaciones y en 1938, poco antes de la Segunda Guerra Mundial, fue nombrado jefe del llamado departamento de “Súper Control”, la estructura que se ocupaba de supervisar cada uno de los departamentos de la empresa. Pierre Jules Boulanger, Presidente de Citroën tras a muerte de su fundador, André Citroën en julio de 1935 le invitó en septiembre de 1942 a incorporarse al grupo de colaboradores de André Lefebvre, el ingeniero que proyectaba el futuro de Citroën: el TPV y el VGD, es decir, los futuros 2CV y DS. Para entonces, Magès ya había hecho prácticas con la hidráulica al desarrollar un sistema de regulación automática de la frenada en función de la carga, para el furgón TUB (Type Utilitaire B), presentado poco antes de la Guerra y del que se fabricaron muy pocas unidades, así como para los vehículos industriales pesados de Citroën, un dispositivo que se reutilizó y se mejoró en otros vehículos posteriores de la marca.
Así funcionaba el primer 2CV hidroneumático: cuatro esferas (una por rueda) contenían gas separado del líquido mediante una membrana de corcho
Su primer encargo en el grupo de Lefebvre fue el estudio de una suspensión innovadora para el futuro 2CV, en una época en la que tras las II Guerra Mundial, las carreteras francesas no se caracterizaba precisamente por su buen estado. Por este motivo, en Citroën buscaban una suspensión que fuese el equilibrio entre confort y estabilidad y es que, si una suspensión es muy confortable se corre el riesgo de que en una carretera en mal estado, las ruedas pueden perder el contacto con el firme, dando lugar a una situación peligrosa. Por el contrario, si es muy rígida, la más mínima irregularidad en el asfalto comprometería el confort de los pasajeros. Así, tras dos años de experimentos y pruebas que se mantuvieron incluso bajo los bombardeos, en 1944, el primer automóvil dotado de una nueva y revolucionaria suspensión inventada por Paul Magès estaba listo: el 2CV.
Paul Magès falleció en 1999 a los 92 años de edad y firmó asimismo otras maravillas tecnológicas como la dirección Di.Ra.Vi. que equipó los SM, CX y las versiones V6 del XM
Magès había seguido el consejo que Lefebvre daba a sus colaboradores: partió de una hoja en blanco, afrontando el problema de la suspensión de un vehículo como si antes no se hubiese desarrollado algo y por ello, eligió un nuevo elemento elástico: ni muelles, ni ballestas metálicas, sino un balón lleno de gas, pues a diferencia del metal, el gas no está sujeto a la “pendularidad” y es que, si se comprime un muelle y posteriormente se suelta, éste oscilará un tiempo antes de volver a su posición inicial. Esto no sucede con el gas porque cuando se vuelve a expandir una vez comprimido, vuelve a su volumen final sin oscilaciones y no sólo eso, sino que además de ese modo se consigue, de este modo una suspensión “autorregulante”, de tal manera que una suspensión de gas será cada vez más rígida a medida que se aumente la carga, pero su compresión no llegará nunca a cero salvo si se le aplican cargas inverosímiles, imposibles en la práctica.
Pierre Jules Boulanger, Presidente de Citroën tras a muerte de su fundador, André Citroën en julio de 1935 le invitó en septiembre de 1942 a incorporarse al grupo de colaboradores de André Lefebvre, el ingeniero que proyectaba el futuro de Citroën: el TPV y el VGD, es decir, los futuros 2CV y DS
Para unir los depósitos de gas a los ejes del vehículo, Magès encontró la solución en unos pistones rellenos con un líquido que, a su vez, comprima el gas contenido en esferas en las que un diafragma evita que el gas y el líquido se mezclen. Así funcionaba el primer 2CV hidroneumático: cuatro esferas (una por rueda) contenían gas separado del líquido mediante una membrana de corcho. Sobre el papel, todo parecía perfecto. El problema era que el corcho no resistía la presión y se rompía en el primer bache, por lo que había que sustituir el material del diafragma para lo cual, la experiencia de Michelin con la goma resultó ideal. Los resultados obtenidos por Paul Magès fueron tan sorprendentes que se le pidió que continuara con su proyecto y la empresa le concedió algunos colaboradores para ocuparse de esta nueva suspensión a tiempo completo. Pierre Jules Boulanger, sin embargo, tenía prisa por presentar el TPV (lo hizo finalmente en 1948) y para la suspensión escogió un sistema también inédito: muelles helicoidales y amortiguadores de fricción con interacción entre las suspensión delantera y trasera, esquema que caracterizaría a todos los modelos pequeños de Citroën (2CV, AMI, Dyane, Méhari y derivados comerciales), manteniéndose casi sin cambios hasta el último 2CV, fabricado el 27 de julio de 1990.
Tras las II Guerra Mundial, las carreteras francesas no se caracterizaba precisamente por su buen estado. Por este motivo, en Citroën buscaban una suspensión que fuese el equilibrio entre confort y estabilidad
La primera aplicación práctica de la suspensión hidroneumática que caracterizaría a las grandes berlinas de Citroën en los años sucesivos llegó en 1954 con el lanzamiento del Traction Avant 15 Six H, en cuya denominación la “H” significaba Hidroneumático. La solución elegida fue un tipo híbrido entre la suspensión tradicional delantera y la hidroneumática autonivelante en el eje posterior donde el coche eliminaba la diferencia de altura producida por la carga. La prensa y los clientes alabaron la nueva suspensión que absorbía con eficacia los obstáculos y mantenía el coche siempre en un plano horizontal independientemente de la carga. Al año siguiente, en 1955, el primer coche que montó por primera vez esta suspensión en las cuatro ruedas fue el DS19 y, desde 1970, numerosos modelos de la marca como los GS, SM, CX, GSA, BX, XM, XANTIA, C5 y C6, coches de gama media y alta, también la utilizaron.
Paul Magès pensaba que todo era posible y que, simplemente bastaba con estudiar cómo hacerlo y así fue como este francés nacido en Aussois acabó desarrollando la legendaria suspensión hidroneumática que distinguiría a la gama media y alta de Citroën hasta 2017
El Citroën XM v6 de 1990 tambión llevaba soluciones tecnológicas desarrolladas por Paul Magès
Paul Magès falleció en 1999 a los 92 años de edad y firmó otras maravillas tecnológicas como la dirección Di.Ra.Vi. que equipó los SM, CX y las versiones V6 del XM demostrando en una época en la que la electrónica todavía no se había desarrollado de manera que pudiera asegurar determinadas funciones con seguridad, que el único límite para la tecnología era la propia fantasía y a Paul Magès si algo no le faltaba era fantasía, constancia y firmeza en las convicciones propias, algo que lo convertía en un técnico realmente distinto del resto.