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Gilles Villeneuve, el “volador” que encandiló a los tifosi

Gilles Villeneuve, el “volador” que encandiló a los tifosi

La F1 es un deporte que se rige por las estadísticas pero afortunadamente, de vez en cuando, las estadísticas se quedan en papel mojado y es posible encumbrar a lo más alto a un piloto. Este es el caso del canadiense Gilles Villeneuve, posiblemente el piloto más querido y admirado por los tifosi tras Michael Schumacher. A diferencia del alemán, que logró cinco titulos consecutivos con Ferrari, devolviéndolo a lo más alto tras 21 años de sequía, el canadiense, en las cinco temporadas completas que estuvo con Ferrari, sólo pudo lograr seis victorias y un subcampeonato. Eso es lo de menos y es que sin duda, el canadiense supuso un soplo de aire fresco no ya solo para Ferrari, sino también para la F1, como años más tarde haría Ayrton Senna.

 

Era habitual ver a Gilles villeneuve cruzado o con su coche subido por los arcenes

 

El secreto de que calase tanto entre los tifosi se debió a su manera de entender las carreras y su espectacular forma de conducir y es que, al “volador”, como así se le apodó tras su accidente en el GP de Japón de 1977 en el que su Ferrari acabó destrozado tras salir por los aires al tocarse con el Tyrrell de Ronnie. Al canadiense le gustaba buscar el límite de su monoplaza: “Cómo podemos conocer los límites si no tratamos de superarlos”, decía y por ello, no era raro verle con daños en su Ferrari y seguir pilotando como si no pasase nada como en el GP de Holanda de 1979 donde completó prácticamente una vuelta entera en tres ruedas debido al reventón de la rueda trasera izquierda (en algunos momentos incluso en dos) y llegó a boxes arrastrando la llanta, teniendo que abandonar. Otro ejemplo lo tenemos en el GP de Canadá de 1981, donde tras remontar desde la 11ª posición a la 3ª, dañó su alerón delantero cuando iba a doblar a otro coche. El alerón se dobló hacía el cockpit, limitando la visibilidad de Gilles hasta que éste se desprendió y, pese a perder toda la carga aerodinámica delantera, logró terminar 3º.

 

En 1981 lograría su dos últimas victorias: el GP de Mónaco (la primera de un motor turbo en Mónaco) y el GP de España en el que aguantó durante 66 vueltas a Laffite, Watson, Reuteman y de Angelis, en un emocionante final en el que los cinco coches llegaron separados por algo más de un segundo

 

Su coraje encandiló a Enzo Ferrari, con el que mantuvo una relación paterno filial como lo demuestra el hecho de que el canadiense se atrevió a decirle “Este coche es una mierda, estoy perdiendo el tiempo. Lo pilotaré durante todo el día, haré trompos, lo estamparé contra las vallas, haré lo que usted quiera porque es mi trabajo”. Fue Hunt el que le descubrió en una carrera de la Fórmula Atlantic de 1976, un campeonato americano/canadiense en el que participaba Villeneuve. A su regreso a Europa, Hunt convenció a McLaren de que lo fichasen y debutó en la F1 en el GP de Gran Bretaña de 1977 y, pese a correr con el viejo McLaren M23 y de sufrir problemas mecánicos, terminó 11º. Sin embargo, no convenció al equipo, lo que sumado a la prematura salida de Lauda de Ferrari, Enzo Ferrari lo fichó para disputar las dos últimas carreras. El año siguiente en Canadá, lograría su primera victoria y en 1979 llegado el momento, optó por ayudar a su compañero Scheckter a lograr el titulo en lugar de disputárselo Ese año nos dejó una de las luchas más bonitas de la F1: la que protagonizó con Arnoux en el GP de Francia.

 

Enzo Ferrari era como un padre para Gilles Villeneuve

 

Tras un mal 1980, en 1981 lograría su dos últimas victorias: el GP de Mónaco (la primera de un motor turbo en Mónaco) y, el GP de España en el que aguantó durante 66 vueltas a Laffite Watson, Reuteman y de Angelis, en un emocionante final en el que los cinco coches legaron separados por algo más de un segundo. Al año siguiente, el GP de San Marino fue el punto de inflexión con su compañero Pironi y es que el canadiense se sintió traicionado por el francés cuando éste le adelantó en la última vuelta y logró la victoria. En el siguiente GP disputado en Bélgica, en su afán por batir a Pironi, optó por montar su último juego de neumáticos de calificación y tras varias vueltas sin bajar su tiempo se encontró en una curva con el March de Mass que iba muy lento. El Ferrari salió por volando con tal fuerza, que se partieron los anclajes de los cinturones y el canadiense salía despedido del Ferrari e impactaba contra las protecciones del otro lado de la pista rompiéndose el cuello.

 

GP de España de F1 de 1981, última victoria de Gilles Villeneuve