El pasado 21 de marzo, Ayrton Senna da Silva hubiese cumplido 60 años de no haber fallecido en aquel trágico GP de Imola de 1994, en el que el día anterior falleció en otro accidente el austriaco Roland Ratzenberger. Un kart a los cuatro años, regalo de su padre, un adinerado empresario, marcaría su vida, pues a los 13 años comenzó a competir y no tardaron en llegar sus primeros titulos, lo que le hizo llegar al Mundial con 18 años. Fue en esta etapa cuando el brasileño pulió una de sus principales habilidades en su trayectoria en la F1: la conducción en agua.
La llegada de la suspensión activa de Williams y la retirada de Honda en 1992, le dejó con un McLaren con motor Ford muy inferior para 1993, a pesar de lo cual, logró cinco victorias, alguna de ellas magistrales, como la del GP de Europa disputada en Donington Park
Sus éxitos le llevaron a Inglaterra para competir en diversas categorías de monoplazas y en tes años ganó cinco campeonatos. Esto alejó los deseos de su padre de que volviese a Brasil para ayudarle en sus negocios y Ayrton se quedó en Inglaterra para cumplir su sueño: llegar a la F1. Su oportunidad llegó de la mano de Toleman, que le fichó en 1984, año en el que no sólo logró sus tres primeros podios (Mónaco, Gran Bretaña y Portugal), sino que dio comienzo a un enfrentamiento que marcaría la F1 durante varias temporadas, nos referimos a su duelo con Prost y es que, en un GP de Mónaco pasado por agua, Senna se quedó si su primera temporada cuando el director de carrera, el belga Jacky Ickx decidió parar la carrera ante los aspavientos del francés, que veía como no iba a poder contener al brasileño, que acabaría ganado seis veces en Mónaco (el que más).
Todo cambió de repente en la vuelta 7, cuando en la curva Tamburello, se chocó contra las protecciones con la mala suerte de que el brazo de la suspensión de la rueda delantera derecha perforó la visera de su icónico casco amarillo y moría al instante
Viendo que Toleman se le quedaba pequeño, compró su contrato para irse a Lotus donde en tres temporadas lograría 16 de las 65 poles que logró en la F1, así como seis victorias. Viendo que Lotus no podía evolucionar más, en 1988 fichó por McLaren, que pasa a esquipar el motor Honda, dando lugar a una exitosa relación y es que en las seis temporadas en las que permanecen en McLaren, ganó 35 carreras y tres campeonatos mundiales. El primero de ellos en 1988, temporada en la que ganó a Prost por tres puntos con ocho victorias frente a las siete del francés, Al año siguiente, la mala relación entre ambos estalló en el GP de Japón cuando el brasileño intentó adelantar al francés y éste le cerró en la chicane. El brasileño pese a tener que parar en boxes a cambiar el alerón ganó la carrera mientras que Prost directamente se bajó del coche. Los deportivos le acabaron descalificando y Prost se llevaría el titulo. Al año siguiente, en 1990, llegaría su segundo titulo tras una dulce venganza por lo ocurrido el año anterior y de nuevo, en Japón, Senna comisionaba con el Ferrari de Prost que necesitaba la victoria para luchar en Australia por el titulo. Su tercer titulo, el de 1991 fue mucho más fácil, pero la llegada de la suspensión activa de Williams y la retirada de Honda en 1992, le dejó con un McLaren con motor Ford muy inferior para 1993, a pesar de lo cual, logró cinco victorias, alguna de ellas magistrales, como la del GP de Europa disputada en Donington Park.
Su oportunidad llegó de la mano de Toleman, que le fichó en 1984, año en el que logró sus tres primeros podios (Mónaco, Gran Bretaña y Portugal)
Al año siguiente, tras la retirada de Prost que había logrado el su cuarto titulo con Williams, fichó por la escudería británica pero las cosa no comenzaron bien. Pese a lograr la pole en las dos primeras carreras de la temporada, Senna acabó abandonado y en Imola lograría la tercera pole consecutiva de la temporada. Todo cambió de repente en la vuelta 7, cuando en la curva Tamburello, se chocó contra las protecciones con la mala suerte de que el brazo de la suspensión de la rueda delantera derecha perforó la visera de su icónico casco amarillo y moría al instante. La F1 perdía así a una de sus leyendas y a uno de los grandes defensores en pro de la seguridad de los pilotos de F1 y lo hacía justo en pleno auge de otra leyenda: Michael Schumacher. Desgraciadamente nos quedamos con las ganas de saber qué hubiese pasado en la lucha entre ambos ese año de no haber fallecido, pues recordemos que el alemán acabó ganando el Mundial por sólo un punto.