En 1980, el entonces Papa Juan Pablo II realizó la primera visita de un jefe de la Iglesia Católica a Alemania en casi 200 años, una visita muy especial para la que en lugar de la tradicional limusina negra, Juan Pablo II usó un Mercedes-Benz 230 G blanco nácar con detalles dorados desarrollado específicamente por Mercedes-Benz para esta visita, modelo que acabaría siendo el “Papamóvil” más carismático de todos los utilizados por un Papa y eso que la relación entre el Vaticano y la marca alemana se remonta a 1930 cuando el Papa utilizaba un Nürburg 460 (W 08). Este Mercedes-Benz 230 G “Papamóvil” de 4.392 mm de largo, 1.950 mm de ancho y 2.800 mm de alto, estaba equipado con un motor de gasolina de cuatro cilindros de 102 CV asociado a un cambio automático, lo que en combinación con su chasis y su suspensión particularmente cómodos garantizaban una conducción suave, incluso en terrenos difíciles. Merceds-Benz lo concibió para que los cientos de miles de personas que asistieron a los eventos o que se congregaron a lo largo del recorrido hacia sus actos pudiesen contemplar al Santo Padre tanto cuando estaba sentado como cuando estaba de pie y para ello, se incorporó en la parte trasera un banco para el Santo Padre, que se instaló en un panel de piso continuo que se elevó 40 centímetros, todo ello protegido con una cúpula transparente alta, hecha de vidrio artificial.
El Mercedes-Benz 230 G “Papamóvil” medía 4.392 mm de largo, 1.950 mm de ancho y 2.800 mm de alto y estaba equipado con un motor de gasolina de cuatro cilindros de 102 CV asociado a un cambio automático
También se instalaron varias luces en los lados, el piso y el techo de la superestructura, que se utilizaron para proporcionar iluminación directa , asegurándose así de que el Santo Padre estuviera bien visible incluso en la oscuridad. También se le instaló una potente unidad de aire acondicionado automático para asegurar unas temperaturas agradables dentro de la cúpula transparente incluso en verano y evitar que sus paneles se empañasen con lluvia así como con altos niveles de humedad. La superestructura de Perspex diseñada para proteger a Juan Pablo II de los elementos sin obstruir la visión que los fieles tenían de él, inicialmente fue una unidad extraíble, sin embargo, tras el atentado de 1981 fue convertido y equipado con acristalamiento a prueba de balas y sus medidas de seguridad fueron actualizadas en 1983 y nuevamente en 1985. Así, este Clase G, que originalmente estaba concebido sólo para su visita a Alemania a modo de préstamo, acabó convirtiéndose en el modo icónico de transporte pontificio de Juan Pablo II que le acompañó en muchas de sus visitas alrededor del mundo.
En 1982, año se creó un segundo vehículo con características exteriores casi idénticas sobre la base del 230 GE, que generaba 125 CV
Portada » 40 años del “Papamóvil” Mercedes-Benz 230 G blanco
Como curiosidad, en la visita del Papa a Austria en 1983 la insignia de la estrella de Mercedes incluso se quitó en una ocasión y fue sustituida por la insignia de Puch y es que, por aquel entonces, el modelo G, que se había desarrollado y producido como un proyecto conjunto de Mercedes-Benz y Steyr-Daimler-Puch, se había comercializado en Austria con esta marca. Además, el 230 G de 1980 no fue el único “Papamovil” basado en la Clase G: en 1982, año se creó un segundo vehículo con características exteriores casi idénticas sobre la base del 230 GE, que generaba 125 CV. Estos dos vehículos todoterreno de la serie de modelos 460, introducidos en 1979, se podían distinguir con frecuencia en fotografías antiguas por sus números de registro: mientras que el 230 G generalmente tenía el número de registro SCV 7, el 230 GE presentaba el número de registro SCV 6. Ese mismo año, Mercedes-Benz entregó permanentemente ambos vehículos al Vaticano y en 2004, el primero de ellos regresó a Alemania para ser exhibido en el museo de Mercedes-Benz en Stuttgart, donde pasó a formar parte de la colección Mercedes-Benz Classic.
Pese a que originalmente estaba concebido sólo para su visita a Alemania a modo de préstamo, acabó convirtiéndose en el modo icónico de transporte pontificio de Juan Pablo II que le acompañó en muchas de sus visitas alrededor del mundo